Al conocerse en el Perú la ocupación chilena de las salitreras bolivianas, la noticia provocó la entusiasta adhesión de la opinión pública en favor de una inmediata ayuda al vecino humillado y se le exigió al entones presidente, el general Mariano Ignacio Prado, una respuesta rápida, casi de castigo a los chilenos.
Pero el Presidente, más cauto y conocedor como pocos de nuestra inferioridad militar prefirió la negociación. El llamado para efectuarla fue el experimentado diplomático José Antonio de Lavalle, a quien se le encomendó viajar inmediatamente a Santiago y utilizar todos los caminos posibles para evitar la guerra. Los historiadores chilenos sostienen que Lavalle tuvo como único objetivo ganar tiempo para que el Perú terminara de armarse.
Lavalle confiesa en sus "Memorias" que nunca supo la existencia del tratado de 1873, y refiriéndose a su amistad con Manuel Pardo y a sus conversaciones con él cuando estuvo de paso por Lima por esos años, afirma: con el señor Pardo apenas tuve en esos días ocasión de hablar privadamente... Recuerdo sí que una vez estando a su mesa y delante de varias personas, llamé su atención sobre los blindados chilenos que había tenido ocasión de ver en Londres y sobre la inferioridad naval en que ellos nos colocaban respecto de Chile, replicándome Pardo: Yo también he hecho construir ya dos blindados que se llaman el Buenos Aires y el Bolivia. De esto a comunicarnos el tratado del 6 de febrero, hay una gran distancia. Lavalle afirma que el tratado fue firmado cuando estaba en misión diplomática fuera del Perú, y que ni el propio presidente M. I. Prado se lo mencionó al momento de ser comisionado a Santiago.
El historiador y diplomático peruano José Antonio de Lavalle
Lavalle fue recibido en Chile (4 de marzo) en medio de un ambiente de hostilidad hacia el Perú. Los periódicos señalaban que esta misión era una maniobra de distracción por parte del Perú para ganar tiempo y comprar armas. A pesar de la adversidad, Lavalle pudo entrevistarse con el propio presidente Aníbal Pinto y negociar los términos de un arreglo pacífico (7 y 12 de marzo). Pero se encontró con muchas dificultades, la principal de ellas fue que las autoridades en Santiago sabían de la existencia del tratado de 1873.
Mientras sucedía esto en Santiago, el presidente boliviano Hilarión Daza, irresponsablemente y sin hacer consultas al Perú, le declaraba la guerra a Chile (14 de marzo) reclamando nuestra ayuda en virtud del acuerdo secreto.